miércoles, 29 de agosto de 2012

Traumatismos tecnológicos


Las tecnologías y yo no nos llevamos bien.
Al decir esto no me refiero a tecnologías avanzadas nivel astronauta, no, no, me refiero a las más cotidianas, desde el ordenador hasta la lavadora pasando por el teléfono móvil.  Todos los aparatos electrónicos me resultan complicados y me dan una pereza infinita. Por no hablar de que tengo una extraña facilidad para romper todo aparato eléctrico-electrónico-mecánico que cae en mis manos.

Como podreís imaginar no tengo cámara de fotos, ni ordenador portátil, ni cafetera de George Clooney, ni reloj, ni móvil ultramoderno, aunque intuyo que al mío podría sacarle mucho más partido pero ¿pa'qué? si yo con el wassap voy sobrada...
Esto tal vez me hace catetilla o anticuada pero es que me da absolutamente igual, no distingo entre los quinientos modelos de "aifon", ni si una peli es en HD o no, de hecho me la repampimfla, tengo un Netbook (regalado) que por supuesto no se usar y así múltiples ejemplos. Hasta hace bien poco cuando oía hablar de los e-books pensaba en los bichos peludos que salen en la Guerra de las Galaxias y siempre que hablan de Mac me entran unas ganas terribles de comerme una hamburguesa.

Esta aversión a las tecnologías es extensible a las redes sociales y los dominios web. Tengo Facebook porque estoy en el mundo y porque en mis ratillos libres me gusta ver las fotos de mis amigos y conocidos en general, soy una "mary", pero no entiendo ni de Twitter, ni de Instagram ni de nada de eso, cuando la Reina Mora (que es una experta en estas cosas) me habla del tema, es como si me estuviera hablando en chino, yo le pongo voluntad pero ni por esas...
En esto no he salido a mi padre, que por el contrario es un enamorao de todo lo que huela a tecnológico (y si encima tiene luces y es táctil ya se vuelve loco). 
Con treinta años me he comprado mi primera tele, hasta hoy he sobrevivido con teles del tiempo de maricastaña que les sobraban a la gente o que estaban en las casas donde he vivido, pero ya tocaba comprarse una. Por supuestísimo padre insistia en que me comprara una grande, estupenda y si podía ser en 3D, yo vi la más barata y le pregunte al dependiente -"¿En esta puedo ver Gran Hermano?, ¿Si? Pues ya está."

Yo soy así, las tecnologías ni me gustan ni me interesan y creedme que yo a ellas tampoco. 
La única relación que mantenemos es por necesidad y en horario estrictamente laboral, y aunque suene raro que una bloguera diga esto, no necesito más. Yo vivo feliz. 
Sin embargo, me gusta escribir, me gusta leeros y que me leais, seguiros, comentaros, saber vuestras historias, vuestras anécdotas, compartir penas y alegrías en el mundo virtual. Eso también me hace feliz, muy feliz.